Estar enamorado es una de las mejores cosas que te pasan en la vida, compartiendo al mismo tiempo la sensación más espantosa que se pueda imaginar.
Cuando se está enamorado se sienten ganas de saltar, gritar, que todo el mundo sepa lo que sientes y necesidad de que te pregunten ¿qué te ocurre? Al mismo tiempo, cuando las cosas no van del todo correctas, deseas que nada hubiera pasado, lloras, gritas, quieres que todo acabe… luego llegan las paces, y realmente, te das cuenta que NADA de lo que pensaste tiene sentido, que solo te dejaste llevar por el momento y que podrías haber estado luchando para solucionarlo en vez de reprimirte.
Estar enamorado es sentir que quieres entregarle un mundo entero a otra persona, sin importar lo que cueste, sólo quieres verle feliz, sonreír, canturrear, hablarle, besarle, acariciarle, mimarle, cuidarle...
Demostrarle de lo que llegarías a ser capaz. Añoras cuando no le tienes cerca, su tacto, su olor, su mirada, porque sientes que sin él nada tiene sentido, que todo sería dolor, sufrimiento y soledad.
Cuando sientes intriga, porque la persona con la que tú compartes un sentimiento tiene algo guardado para sí, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de pensar en qué podrá ser, porque no sólo puedes cagarla totalmente pensando cosas que no son, también está la posibilidad de hacerse falsas ilusiones y no valorar del todo la “sorpresa”; es decir: romperías la magia.
Porque el coyote NUNCA pierde la esperanza de atrapar al Correcaminos, y aunque una y otra y otra vez fracase, lo sigue intentando y su fuerza de voluntad es tan grande como el poder de perdonar, aguantar y superar cualquier situación que se nos planteé si de verdad sentimos amor.
Nota: la Real Academia Española de la lengua nunca llegaría a estar tan acertada. :)
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